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Dédalos de oro

Cosoa Travestoa: Este es un regalito (que tapa el ano) que le hice a la Wertyuiop Chobosa(¡TE AMO!) realmente ahora estoy muy cansada, pero tengo que decir que lo hice casi dormida y casi no tuve tiempo, para mi los fics tienen que tener un proceso de mejorar y cosas así que ahora no quiero escribir. Realmente lo hice con demasiado cariño y sueño, me quedo mal y lo admito, pero igual, se lo tengo que dar, mañana en la mañana y lo más probable es que TÚ Chobosa de mi corazón lo estés leyendo ahora, te adoro, te quiero mucho y ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS MACARRONI CON PELONI!!espero que estés bien, te amodoro mucho y espero que el Tío Carlos no te joda mucho por tu pelo, eres preciosa y te adoro, por eso tengo el valor de publicar, aunque sea en un blog tan desconocido como este, espero que te guste y que me digas la verdad de como verga me quedo.

Atte Naoyuki bla blu, tu KoSA

Se encontraba sentado a su lado, tomándole fuertemente de la mano y entretejiendo sus dedos, le veía por unos segundos y acomodaba fuera de su rostro los cabellos que se intentaban quedar instalados, con suavidad los removía y los acariciaba, le gustaba su textura y su delicadeza, eran negros profundo, lisos y algo sedosos, le agradaba estar junto a él, era divertido y le hacía reír y a veces enfadar, pero ahora todo estaba en silencio, aunque estaba con los ojos cerrados, sabía que estaba consciente, se veía relajado y algo adormilado, como si todo en este mundo estuviera en total calma, pasaban los segundos y todo era igual que al anterior.- Kyo… lo siento, realmente lo siento, no debí… lo siento.-bajo su cabeza escondiendo la vergüenza encontrada en su rostro, sabía que se había equivocado y lo sentía profundamente, la salud de su amigo no era la mejor de todas y hacía pocos meses se estaba progresando, no le debió pedir ir a jugar al jardín de su casa, era de suponerse o esperarse que esto ocurriera.- no te vuelvas a disculpar, no fue tu culpa.-su voz era tranquila al unísono que su rostro.- si lo fue, yo te pedí ir al jardín, soy un tonto… lo siento-una lagrima corrió por la mejilla del joven niño, rodeándola y yendo con su forma, humedeciendo la piel algo seca y algo sucia, nunca antes en su joven trayecto de existencia se había sentido tan culpable.- no te llames tonto a ti mismo, yo fui el tonto por no decirte que no podía, no te sientas mal.-le obsequió una de sus escasas y pulcras, pero retorcidas de sus sonrisas, pero aunque estuviese retorcida por todos sus dientes desordenados, era una de las más preciadas que tenía, era tan insuficientes en la vida, que era como encontrar un tesoro, un tesoro como de los piratas de los cuentos ficticios, tan difíciles y peligrosas de obtener, pero cuando se poseían, era una de las cosas más preciadas que se pudiera conservar.

Aunque todo esto le hacía sentir muy mal, sabía lo próximo que venía, ya había sucedido esto tantas otras veces, desde que se habían formado su estrecha amistad, tenía que lidiar este niño con la enfermedad de su mejor amigo, porque sí, eran mejores amigos, se conocían desde hacía 7 años, aunque se había dado de manera algo “tonta”, había creado lazos inquebrantables, por eso siempre estaba a su lado en las buenas y en las malas, muchas veces tenía que encontrarse en el mismo asiento, al mismo lado de la camilla, tomándole la mano, y lo más curioso es que siempre era idéntico o por las mismas razones, Kyo, como se llamaba su amigo, tenía una enfermedad muy especial, Osteogénesis imperfecta, lo que le causaba terribles fracturas, ya que sus huesos eran débiles, al extremo de débiles, al punto de a veces sin razón alguna se rompían, lo que le causaba profundo dolor, casi indescriptible y lamentablemente tenía que vivir con eso, también causaba otras cosas como baja estatura y sordera temporánea, a veces esclerótica azul, ósea tinte azul en la parte blanca de los ojos, pero eso no era nada contra las fracturas constantes, a veces salía del hospital y en menos de unas horas tenía que volver por otra fisura en otra parte del cuerpo, pero siempre a su lado le tenía.-tú no te llames tonto, fue porque YO te insistí que saliéramos, en realidad, discúlpame… nunca más te pediré algo si no estoy seguro si estarás bien.-una segunda lagrima recorrió el mismo trayecto para perseguir a su hermana, juntándose y creando otra más grande y más notoria.- no llores Die, por favor, que me hace sentir peor y lo más lamentable, es que tú no tienes la culpa, tan solo levanta el rostro y sonríeme una vez más.- con su mano sostenía por el otro joven, le levanto la cabeza, tomándole dulcemente por el mentón y limpiándole con su delo las 2 lagrimas florecientes.-bueno.- con una azucarada mirada le sonrió lo mejor que pudo.- Die… ¿me relatas uno de tus cuentos? Sabes que me gustan mucho.- le pidió algo entusiasmado, eso era lo que siempre le pedía, un cuento o un pequeño relato, Dai, como siempre le llamaba, a veces escuchaba relatos o los creaba él mismo, aunque jamás los escribía, pero le gustaba narrarlos de vez en cuando.- tal vez, déjame pensar mmm.-puso su dedo índice en el lugar central donde se rozaban sus labios, intentando pensar o recordar algo y algo muy veloz llego a su mente, como si tan solo le hubieran lanzado la idea, tan rápido que saco su dedo en el lugar en el que lo tenía y se dispuso a decir.- ¡Creo que ya se!, pero no me podrás interrumpir en ningún momento, ¿trato?- el infante asintió en señal de acuerdo con el otro, acomodándose un poco mejor para darse vuelta y verde a la cara, tratando de no pasar a llevar con algo su pierna, ya que se había roto la tibia de esta.- bueno… comenzaré.-

“Ya casi era de noche, el frio corría junto al viento y rosaba todo lo que tocaba, dejando su frialdad impregnada en donde fuese, ya era algo tarde para los niños de la zona, pero había un joven, un muchacho de no más de 6 años de edad, en cuclillas frente a frente de una bella flor, según él, una de las más bellas, tenía una cámara fotográfica entre sus manos, tomando diversas fotos, desde distintos ángulos, verdaderamente le gustaba estar allí, examinar aquellas flores salvajes, su hermoso color naranjazo y enlaces suaves, estaba ahí desde la tarde, tenía que hacer un reporte y tan solo pudo atinar a decir esta bella flor, ellas se abren por las mañanas al sentir como son mimadas por la luz del sol y se sierran por las noches heladas para protegerse, era fascinante su mundo, algo simple, pero increíble para una pequeña cosa a veces tomada de manera “insignificante”, pero no esta vez, pero algo perturbo su momento, una voz algo agria y enfadada, no era familiar ni mucho menos, aunque se escuchaba que no era muy mayor, pero al mismo tiempo, por extraño que parezca, era divertida o chistosa.-¿Qué haces en mi patio? Tú debes estar en tu casa.- pero ante las palabras tan solo pudo reír en voz baja.- ¡Hey!, no te rías de mí y dime qué haces en el patio de mi casa.- le tomó por el hombro al notar que se reían de él.-lo siento, estoy viendo estas flores, ya que las necesito para poder hacer un reporte, soy de 3 casas más arriba que la tuya.-al verle, tan solo pudo observar a un niño no más grande que él, algo confundido tal vez y con el ceño fruncido.- ¿y por qué estas en mi casa?.-cruzó sus abrazos ante su pecho.- porque estas fueron las flores más bellas que encontré aquí…-el muchacho con una confiada sonrisa siguió fotografiando a las flores.- pues… ¿cuántos años tienes?- relajó su frente y se puso en cuclillas al igual que el muchacho de la cámara.- tengo 6 y voy a cumplir 7 dentro de poco… como en 8 meses.- dejó su cámara a su lado, ladeando la cabeza un poco para mirarle.- ¿y tú?, cuántos años tienes?.- esbozó una delgada mueca en sus labios, creando una sonrisa.- yo… tengo 5, ¿Cómo te llamas?- estaba jugando con el pasto que se encontraba bajo sus pies.- Andô Daisuke ¿y tú?- el muchacho más alto le toco una mejilla con uno de sus dedos.- me llamo Tooru Nishimura.- ahora su postura ya no era enojada o agresiva, si no un poco más relajada. Desde ese momento la vida de ambos chichos quedó ligada, ya que pasaron gran parte de las 4 horas restantes hablando, cosas que a veces no tenían coherencias, pero se reían y sonreían a ciertas cosas, Daisuke le explico cuanto admiraba estas flores, aunque sonara extraño, pero Tooru lo logró comprender en parte y le dio la razón en algunas ocasiones.Llego cierta hora que ya era muy tarde y era hora de volver a casa, sus madres les estaban llamando, era hora de arreglarse para ir a la cama e ir a dormir, pero esta no sería la última vez que se verían, eso no, ya que sus destinos estaban marcados para siempre, unas solas horas que cambiaron sus vidas”

Al acabar su pequeño relato, tomó un poco de aire y cerró los ojos por unos momentos.- Dai, ¿Por qué me contaste nuestro encuentro? pensé que me contarías una de tus historias fantásticas.- le miro algo confundido ante la situación impuesta.- porque… es una de las cosas más preciadas que tengo… y me gusta pensar en eso.- hubo un leve rubor en sus mejillas.- y tan solo quise contártela… lo siento si no te gustó.- el pelirrojo sintió que el pelinegro le apretaba fuerte la mano y le llamó la atención, haciendo que levantase su cabeza.- no es que no me allá gustado, simplemente creí que lo habías olvidado, paso hace tanto tiempo, me sorprendí como sabias ciertas acciones que ni yo recordaba.-con su mano libre tomó el vaso de agua que estaba a su lado y bebió un poco del contenido.- ¿Cómo podría olvidarme?, fue un día muy estúpido y raro, pero al final de todo, te conocí y eso me hace feliz.- al terminal la frase, una voz muy femenina invadió el cuarto blanco, perturbando el silencio, fue un grito de parte de la madre del acompañante más grande, avisándole que ya tenían que irse, esto desanimo al pequeño pelinegro, poniendo una mueca de desagrado.- me tengo que ir, mañana te vengo a ver otra vez, ¿si?.- le sonrió por última vez y se soltó de su mano.- Dai, espera, primero quiero pedirte algo…- el muchacho en cuestión, fue al lado del más joven de inmediato.- ¿Qué sucede?-ladeó la cabeza en forma de pregunta.- quiero… quiero que me reales algo… ¿podrías?- pero al saber que era lo que le tenía que dar, el joven se le acercó más y no pudo resistirse a preguntar “¿Qué cosa?”.- me gustaría que te acercaras a mí un poco más.- ante el pedido, tan solo pudo acercarse un poco más.- ¿sabes Die?, recuerdo muy bien como me hablabas de los Dédalos de oro, de su belleza y de lo especiales que eran para ti, pero para mí percepción, hay algo que las supera ampliamente.- aferró su mano a la del más algo y le lanzó contra él, abrazándole estrechamente.- ¿y qué cosa es?- algo sorprendido se encontraba el pelirrojo, pero ahora tan solo le importaba saber que era esa cosa más hermosa.- eres tú, eres el mejor amigo de toda mi vida, de hecho fuiste el primero, pero el mejor y en el que más he confiado, gracias por siempre estar a mi lado cuando estoy mal… hay veces que me siento mal de tan solo pensar que estas acá, junto a mí, tan solo porque asqueroso cuerpo es débil, pero con eso veo lo buen amigo que eres.- después de esta frase, seguido le dio un pequeño beso, minúsculo, tan solo una caricia labio a labio, pero suficiente como para hacerle sentir que estaba en las nubes, pero al sentir los labios junto a los suyos, Daisuke cerró los ojos y los unió más, le agradaba y sentía el cariño que corría por sus venas, en sus adentros estaba sonriendo y sabía que algo nuevo florecería pronto, muy pronto